Los jóvenes propietarios de esta vivienda tenían bien claro lo que debía ser su nueva casa. Una vivienda práctico, cómodo, de dimensiones no muy grandes y de estética que combinaré la austeridad de una vivienda típica de pueblo y las necesidades contemporáneas de una pareja joven y, en ese tiempo, sin hijos.
Las dimensiones del solar son reducidas, unos escasos 100 m2. Esto, lejos de ser un inconveniente fue una ventaja ya que se pudo potenciar desde los inicios la premisa de los clientes sobre una casa contenido, funcional y de dimensiones alcanzables. Como casa de pueblo, la estética de fachada es tradicional, todo introduciendo la madera de las persianas, la reja de acceso al patio, los ejes verticales y las proporciones típicas de casco antiguo o la cubierta inclinada de teja árabe.
Además, el patio traseras pasa a ser parte imprescindible de la vivienda. Es tan importante que desde un primer vistazo se ve desde la calle a través del porche bajo el que los propietarios dejan la moto o permanece durante el día su apreciado perrito.
Mientras la fachada es austera y tranquila, siguiendo la alineación que dicta el vial, la fachada posterior, a patio, explota gracias a la macla de dos cuerpos, uno de ellos en voladizo sobre el otro. Es una respuesta rotunda para las dimensiones reducidas del patio, acabado en césped.
El interior de la vivienda es pragmático, austero pero moderno. Una escalera en hierro negro preside el acceso, a doble altura para intuir la planta piso, donde sólo se desarrollando un único dormitorio y un espacio diáfano para múltiples usos. La sala de estar y una pequeña cocina abarcan el patio y se abran a él gracias a grandes aberturas enmarcadas con madera, todo sobre una alfombra continua de pavimento en resinas color crema.