La principal pedido de nuestra clienta cuando nos encargó el diseño de su nueva casa fue que la luz natural preside todos los espacios. Ella quería mantener una estética típica de pueblo en cuanto a la imagen de la vivienda hacia la calle, además del interés en incorporar un gran patio posterior relacionado con la zona de cocina-comedor y estar, elemento éste también típico de la casa mallorquina.
Para conseguir cumplir los deseos de la propiedad, diseñamos una vivienda de dos plantas donde todo el programa funcional giraba rodeando un doble espacio. Ya desde el acceso se tiene una visual de la planta de arriba, donde se ubican los dormitorios y un estudio abierto hacia el patio posterior. Gracias a la gran apertura en fachada, un gran torrente de luz baña la entrada. Una escalera ligera, metálica y acabada en escalones de madera recorre lateralmente el doble espacio. Una pasarela abierta abraza el vacío y distribuye el tráfico hacia las estancias.
En la planta baja, una gran sala conectada en diagonal con la cocina-comedor rodea el patio, visible gracias a unas grandes aberturas enmarcadas en madera. Un patio típico, presidido por un naranjo, actúa de salón-comedor para el verano, mientras que un porche que conecta directamente con la cocina aporta la sombra y la frescura.
Los acabados son muy limpios y sencillos. El blanco contrasta con la madera y un suelo cerámico en color claro homogeneiza el suelo como si de una alfombra se tratase. Las líneas modernas del interior contrastan con las vigas de madera que cubren la cocina.